Lo primero que nos gustaría destacar de este trabajo es la belleza de la piedra. Como se puede apreciar, juega con varias tonalidades que van desde el negro azabache hasta el ocre más intenso, y junto a su textura, hace único el muro. A caballo entre una construcción rústica y otra más cuidada o elaborada, en este muro se ha estudiado y trabajado cada pequeño detalle, marcando la diferencia.
Asimismo, hay que poner el acento en el contraste entre la piedra y los acabados en blanco de las paredes de este chalet de Dénia. Una construcción que, sin duda, consigue combinar a la perfección sencillez y elegancia.